jueves, 28 de octubre de 2010

Deseos y angustias


Me despierto. Todo bien. De pronto, su recuerdo: angustia.

No estoy en mi cuarto. Dormí donde mis abuelos, alguien debía cuidarlos durante la noche, tocan la puerta, es hora de levantarse, el desayuno está casi listo. Algo soñé, no tengo muy claro que. Dentro de las cobijas aún comienzo a tratar de recordar lo soñado… unos anteojos, un mall. Los anteojos nuevos no me funcionan bien… unos lentes de contacto, no se ajustan a lo que necesito. No veo bien, algo no estoy viendo, hasta una hora después comprendo lo que sucede.

Desayuno un pan insípido acompañado por un aguadulce que me sirve para tragarme el pastoso sándwich. Debo apurarme, quiero, necesito, llegar a mi casa.

Prendo la computadora, quiero oír mi música. La angustia continúa apretándome el pecho, es como un abrazo que pretende una asfixia lenta.

¿Qué produce esta angustia? ¿De donde viene? No lo sé… aún.

Me baño. Estoy secándome y pienso: hoy voy para la playa. No he alistado la maleta.

Una llamada perdida: alivio… es del trabajo, quizás no pueda ir a la playa.

Lo comprendo: no deseo ir a la playa…

La angustia: desaparece…

Todo está claro ahora, puedo ver lo que no podía en el sueño, la angustia de ayer y la de hoy, son la misma, mas no se debe a su recuerdo, ni a lo que siento por él. Lo convertí en mi única forma de no ir a la playa. Sus negativas a hacer planes conmigo me dejan azorado no porque sean negativas, si no porque me dejan sin plan de escape.

No voy a la playa, queda decidido, daré una escusa… algo que me haga quedar bien ante los ojos de mi padre: diré que debo trabajar, lo hará pensar que soy responsable, más responsable que los demás, de todas formas siempre ha creído eso de mí.

Él, lo tengo muy presente, demasiado quizás. Me vestiré bien hoy. Se ha ido la angustia y deseo verme guapo. Probablemente lo vea hoy, en el pasillo, probablemente no. Al final no lo vi ahí.

Salgo más temprano, me iré por otro camino, debo sacar libros de la biblioteca.

El sol, hermoso en el cielo, mi ropa, no tan fresca, pero me veo y me siento bien, aunque no lo vea me sentiré bien todo el día, aún teniendo ese curso tan feo y sabiendo que me entregarán un mal examen, lo quiero (a él), no sé si me quiere de vuelta, no tengo forma de saberlo, lo único claro es que nos gustamos y que hace un mes casi, nos besamos.

¿Le escribo? No, dejaré que note mi ausencia, más de tres meses de hablar todos los días debe dejar huella, mínimo costumbre… sin falta no hay deseo, si estoy siempre presente no puede extrañarme, quiero que me extrañe, quiero que piense que no estoy entregado por completo a él, aunque por dentro yo creo que así es.

Lo vi, no tan de lejos, iba en otra dirección. Su pelo despeinado y su diminuto maletín, ambas cosas que lo hacen tan único, cosas que me hacen pensar en él como alguien especial. No lo sigo, no lo busco, no lo saludo, dejo que la emoción y mi estomago repleto de mariposas lo vean alejarse.

¿Por qué no lo saludó? Me dicen

Sonrío, “quiero que me extrañe”

¿Será lo correcto? Pienso…

No sé la respuesta, pero algo tengo claro, dos veces le he dicho: me gustas, y me gustas mucho…

Algo tengo claro: sin riesgo, no hay vida.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Es difícil, muy difícil saber que hacer frente a una persona que te gusta y algunas veces se queda uno ahí parado sin saber para dónde coger.

Parletre dijo...

jaja LO ES! y precisamente me encuentro en ese punto, donde somos algo que no tiene nombre, por lo tanto nada, pero a la vez sabemos que nos gustamos y yo estoy listo para seguir, pero parece que él aún no... jaja

Gracias por comentar! Saludos!